Se dice que Charles Dickens creó en cierto modo su propia autobiografía en David Copperfield. Es cierto, que el mismo autor dijo, que era una de sus novelas preferidas y se sentía muy identificado con el personaje principal.

        Como ya hemos señalado en el anterior apartado, cuando Dickens sólo era un niño se vio obligado a trabajar en las fábricas. Por eso, la mayoría de los personajes de sus novelas son niños, normalmente explotados,  como David Copperfield. Este último al igual que Dickens, trabaja duro en una fábrica. 

        Dickens nunca perdonó a su madre el hecho de que siendo tan sólo un niño le obligara a dejar la escuela y a trabajar en las fábricas. Es por ello que la mayoría de los personajes maternales de sus obras son "deformes"; no son madres "naturales", es decir, no demuestran el cariño y el afecto natural de una madre; el sentimiento maternal es transparente, como un fantasma en sus libros.
En las novelas de Dickens se pueden diferenciar dos tipos de madre: la “angelical” y la “diabólica”. Como ya hemos mencionado anteriormente, la “diabólica” se debe al hecho de que nunca perdonó a su madre; la “angelical” suele tener el típico rol de una madre pero morirá seguramente al principio de la novela (como en la novela que estamos analizando).

        Siguiendo con el ámbito familiar, tanto en la vida real como en la novela que estamos analizando falta la figura paterna. Dickens es separado de su padre cuando éste es enviado a prisión; David nunca llegó a conocerle porque murió antes de su nacimiento.

        Al alcanzar su madurez, Dickens empezó a trabajar en el Parlamento como periodista. Allí aprendió mucho sobre derecho y leyes, por lo que luego en David Copperfield decide que el personaje se convierta en procurador.

      Por todo ello, David Copperfield es en cierto modo su autobiografía.